Como animales que somos los seres humanos, nacemos, nos alimentamos, nos desplazamos y relacionamos y morimos. Empezamos a convertirnos en seres racionales cuando somos conscientes de que en eso consiste la vida. Pero hay quien ve las cosas de otro modo, y son legión.
Aunque resulte difícil de aceptar, las religiones han jugado y juegan un papel ideológico fundamental en el trastocamiento de esa consciencia de la que hablo. En EEUU el 46 % de sus habitantes va a misa regularmente una vez a la semana (14% en Gran Bretaña, 8% en Francia), lo que lo convierte en un país muy religioso; la envidia para muchos de nuestros conciudadanos y conciudadanas españolas. Todo lo cual me causa una enorme estupefacción, pero, sobre todo, hace crecer mi escepticismo. Porque hoy quien decide sobre la vida y la muerte no es la justicia divina, ni la justicia terrenal, sino el gobierno de los EEUU, votado por esos cristianos y protestantes que creen en Dios, consumen la inmensa mayoría de los recursos naturales del planeta, fundamentan su crecimiento en la investigación y los gastos armamentísticos y apoyan el bombardeo sobre población civil y la silla eléctrica y el ahorcamiento.
Y ¿cómo es posible que el gobierno de los EEUU pueda hacer esas políticas invasoras y agresivas, contra el medio ambiente y contra la población humana? ¿cómo es posible que su propio pueblo no los ponga ante su propia justicia (la terrenal o la divina, tanto me da)?
Pues, gracias al papel que juegan las religiones, que es fundamentalmente ideológico: sostienen al poder, le sirven de coartada. Si de verdad estuvieran al cuidado del espíritu humano y fueran garantes de los valores que predican ya habrían abolido la pena de muerte en todos sus estados, y no andarían invadiendo y asesinando en nombre de no sé qué supuestos valores superiores.
Esta madrugada han ahorcado a un líder, Sadam Husein, al que ellos mismos armaron y alientaron, y que cuando dejó de serles útil, cuando apostó por un Irak laico, se lo han quitado de enmedio con burdas excusas. EEUU no quiere estados laicos, quiere naciones ricas (con petróleo o con dólares), quiere a sus pueblos rezando (no importa a cuál dios), y a sus gobernantes capaces de ajusticiar al más pintado. A ellos les está yendo bien. El sistema está bien montado.