Hay muchas maneras de resolver un conflicto. La mejor es con políticas disuasorias: evitando que se produzca. Pero esto no siempre es posible. Hoy comento dos acciones que se pueden llevar a cabo no solo con niños y niñas en conflicto, sino también con muchachicos y muchachicas (con adultos yo no me atrevería a tanto, pero allá tú; dependerá también del conflicto en cuestión).
El conflicto entre niños y niñas surge por muy diferentes motivos. Pero una acción sencilla, una vez desencadenado, puede hacer que las aguas vuelvan a su cauce.
Lo primero es entender que en un conflicto como el que normalmente se produce en un patio de colegio, están involucrados no solo el niño A (agresor) y el niño B (agredido). También están involucrados los que saben que ha habido un conflicto entre A y B y, o bien lo han ignorado porque tenían cosas mejores que hacer, o bien lo han presenciado intentando evitarlo, o lo han jaleado, o lo han consentido.
Lo segundo sería valorar el grado del conflicto. Porque no es lo mismo que se produzca todos los días el mismo conflicto, o una vez al mes. O que a las primeras de cambio A le abra la cabeza a B con una piedra.
Acción número 1 para un conflicto estándar:
Se le pìde por favor al niño A que represente junto con B delante de todos los que presenciaron la pelea el primer cachete… a cámara lenta. Debe parar la mano justo antes de tocar a B: ¡no debe ni siquiera rozarlo! Si no lo consigue a la primera debe intentarlo hasta que lo logre muy, muy despacio. Entonces el mediador congela la imagen y la somete a consideración de los que la presenciaron (A y B no pueden hablar): ¿fue así como sucedió? ¿cómo os sentisteis? Se trata de que los que presenciaron la pelea expliciten los sentimientos que A y B les han ocasionado.
Acción número 2 para un conflicto estándar:
Cada vez que A agreda a B (verbal o físicamente) debe besar y/o acariciar a B y a todos los presentes.

En lo que quiero insistir hoy es en el papel que juega y debe jugar el público en el origen y en la resolución de conflictos, consciente e inconscientemente (porque muchas veces los conflictos son sanos).