Ya está aqui de nuevo Agosto, con sus calores, sus chicharras y mis sudores.

A la gente que suele venir del norte, de más al norte, no les suele gustar este paisaje. Les parece desolador y arido. Y lo es. Pero acaba enganchando.
Yo no lo cambiaba por los verdes prados de más al norte.

Es un paisaje que entra por los cinco sentidos y demasiadas veces por las heridas que producen los cardos, con lo que acaba por envenenarte la sangre, endurecerte la piel y axfisiando cualquier exceso.
Aqui todavía transcurren las cosas despacio. El verano parece eterno.