En el año 1984 en Cartagena se formó a raiz de unas jornadas ornitológicas un grupo naturalista que con el tiempo a derivado en lo que hoy es Ecologistas en Accion y otros. Por allí pasaron/pasamos gente de todos los colores, tamaños y formas, naturalistas, naturistas, ecologistas, anarquistas, antimilitaristas, objectores, insumisos… un batiburrillo de lo que hoy se viene en llamar antiglobis.

Desde entonces ha llovido poco, llueve poco. Sinembargo por mas que pase el tiempo, ahi una leyenda urbana que perdura, a saber: todos estos movimientos subversivos son subvencionados por fuerzas ocultas, el eje del mal.
Inicialmente era Rusia quien nos manejaba y paga las cuentas. Cuando fue evidente que Rusia apenas ganaba para pagar sus puas, fueron pasando los más variopintos partidos políticos y paises por la lista de los que estaban detras, incluso hasta el PSOE nos llegó a manejar. Lo único que no cambiaba era que nosotros seguiamos sin un duro para cerveza.
Cuando la comunidad autónoma “amenazaba” con recalificar el suelo de un parque natural. Cuando el ayuntamiento se llevaba por delante un jardín público, o cuando una empresa vertía escombros una rambla, los que antes nos situaban al final del alambre de marioneta nos llamaban desde la prensa, nos exigían al grito de: “¿donde están los ecologistas ahora?”. Como si fuesemos profesionales del orden ecológico, incapaces de imaginar que cada uno tenía sus propios problemas y asuntos personales, como para ir salvando a vecinos que en su puta vida habian movido un dedo por evitar algo no afectara a propia y particular fachada.

Supongo que a mucha gente le cuesta creer, que alguien salga de su casa para luchar por la protección de paraje natural que está a treinta kilometros de su casa sino es porque está pagado por un ente que se mantiene en las sombras. A los neoliberales (eufemismo) les cuesta creer que sin obtener beneficio económico alguien pueda hacer algo por los demás. En sus reducido mundo particular, egoista y lleno de intereses no cabe la posibilidad de que alguien, sin necesitarlo, reuna veinte duros para comprar una cadena y atarse a un árbol ó esté dispuesto a ir a la carcel por oponerse al servicio militar. Cuando todo lo que nos rodea se convierte en algo que se compra o que se vende, resulta dificil de creer en el altruismo.

Y asi seguimos, viendo fantasmas e intereses ocultos por todas partes. Publicando libros sobre los intereses ocultos de los antiglobis. Como si todavía hoy, la academia que premia a genocidas con el Nobel de la Paz tuvieran alguna credibilidad para alguien.